El ‘Yoga de Deidades’ es uno de los aspectos menos comprendidos del Yoga Tántriko. El término se refiere a la práctica Tántrika por excelencia, que es la de invocar aspectos de la Única Consciencia divina e identificarse con ellos. En otras palabras, la Única energía que existe se expresa en incontables “vibraciones” distintas, de las cuales algunas son efímeras, y otras eternas (o al menos duran tanto como dure el universo). Las vibraciones ‘eternas’ son parte intrínseca del Patrón general, por lo que permanecen mientras el Patrón existe. A algunas de estas vibraciones de energía consciente les damos el nombre de ‘deidades’. La palabra deva en sánscrito (o su femenino devī) proviene de la raíz sánscrita √div, que significa ‘resplandor’ y ‘juego’, de tal forma que los devas son los lúdicos resplandecientes, ¡lúdicos en el sentido de que quieren jugar con nosotros!, por decirlo de alguna forma. Estos patrones de consciencia existen dentro de nosotros y también son patrones de flujo de energía en el universo (del cuál tú, por supuesto, eres un microcosmos); por lo tanto, no se reducen a ser ‘dioses’ (personas divinas) o ‘arquetipos’ (aspectos de nuestra psique), aunque en cierto sentido son ambas cosas (y más). Son arquetipos en la medida que son patrones o paradigmas dentro de inconsciente colectivo (tomando prestada la frase de Jung), y son personas divinas en el sentido de que es posible que tengas un ‘encuentro’ con una deidad en la que sientes la presencia de una ‘Otredad’ Divina, y al mismo tiempo te des cuenta que esa ‘Otredad’ no está separada de ti (por cierto, estoy utilizando muchas ‘citas intimidantes’ con el único fin de indicar que las palabras apenas pueden aproximarse con torpeza a estas experiencias, que inevitablemente trascienden cualquier representación mental o verbal que podamos elaborar en torno a ellas). Cuando experimentamos ‘la visita’ de alguna deidad, ésta se siente como un ‘Otro’ porque tú aún no te has dado cuenta de tu Ser total, que abarca todas las formas que la Única consciencia puede portar.
La tradición Tántrika enseña que cada deidad tiene una ‘naturaleza esencial’ (svabhāva), que puede habitar dentro de los ‘cuerpos’ (mūrtis) que son su representación. La mayoría de las deidades poseen tres ‘cuerpos’: el cuerpo sónico (mantra), un patrón geométrico (yantra o maṇḍala), y una representación antropomórfica (que puede estar esculpida, pintada o visualizada). Un cuerpo determinado, como puede ser la estatua de una deidad, se considera ‘muerto’ (jaḍa) a menos que la energía de la deidad se instale en dicho cuerpo (a esto se le llama prāṇa-pratiṣṭhā), cosa que por lo regular sucede a través de mantras que se articulan dentro de un espacio de consciencia enaltecida y devota; cuando esto ha sucedido, se dice que el mūrti de la deidad está ‘vivo’ o ‘consciente’ (chaitanya). Ésta es la razón por la que durante la época colonial, los británicos (así como los bautistas y musulmanes de hoy en día) erróneamente llamaban ‘idólatras’ a los indios –cuando el prāṇa (fuerza vital) es removido de una estatua y colocado en algún receptáculo temporal (como una vasija de agua con hojas y hierbas dentro), entonces la estatua se descarta de inmediato ¡y la vasija de agua es tratada como deidad!—hasta que la energía pueda instalarse en una nueva estatua o en otro substrato. Ser un idólatra es confundir un símbolo con su referente, que aquí claramente no es el caso, puesto que se venera a la energía, pero no a su recipiente o referente.
Lo que distingue a la práctica Tántrika en sí misma de la cultura del templo, sobre la cual ejerció influencia, es que los Tántrikas prefieren invocar la energía de una deidad en un substrato visualizado en lugar de uno físico. Esta práctica implica la necesidad de honrarse a uno mismo como la expresión de la deidad, ya que de acuerdo con la máxima del Tantra, ‘sólo Dios puede venerar a Dios’ śivībhūtvaiva śivaṃ yajet). Una vez invocada la energía de la deidad en la visualización (los budistas Tántrikos describen esto como convocar el jñāna-sattva o ‘ser de sabiduría’ en el samaya-sattva, o ‘ser simbólico’), el practicante honra el poder/energía de la deidad, mientras hace un esfuerzo por ver a la deidad como un icono de su propia esencia, un reflejo de un aspecto de su Ser verdadero.
Es necesario subrayar que incluso el mantra de una deidad puede estar ‘muerto’ o ‘consciente/vivo’. El primero no puede garantizar el mantra-siddhi, que es el fruto de la práctica de mantras. La mejor forma de asegurarse de que un mantra que hayas recibido esté ‘vivo’, es que la persona que te lo transmita sea alguien para quien el mantra esté vivo. Un maestro dueño de una consciencia despierta transmitirá un mantra saturado de esa consciencia; sin embargo, no es necesario intentar discernir si un maestro determinado está ‘iluminado’, puesto que incluso un compañero practicante que realmente esté enamorado de ese mantra y lo haya trabajado a profundidad puede pasarlo en estado vivo (como algunas veces sucede en sesiones de kīrtan).
Cuando se practica el Yoga de Deidades, es necesario distinguir a las ‘deidades iluminadas’ del resto. Las deidades iluminadas son aquellas que se invocan como parte de una práctica espiritual que pretende alcanzar la liberación y el despertar de la consciencia (mokṣa y bodha), mientras que existen otras deidades a las que se les invoca para objetivos limitados y específicos, como incrementar la abundancia financiera, atraer una pareja, pacificar a un enemigo, etc. Hacer sādhana para una deidad específica significa invocar a esa deidad cada día a través de mantra, yantra y visualizaciones (tres de los cuatro elementos clave del Yoga Tántriko, el cuarto es la respiración). Una práctica de sādhana como ésta puede resultar en cambios internos y externos; puedes experimentar ‘señales’ de que te has conectado con la energía de esa deidad, como descubrir en tu vida la constante manifestación de elementos relacionados a la constelación de atributos de esa deidad.